Al abrir tus páginas
percibo el olor y la frescura
de las hojas en el aire,
suave razón para cantar
un romancero como oda,
plenilunio y clara figura
de las sombras recordadas
en el albor de nuestros sueños.
Mas el presente, vivo desafiante,
hace de tus párrafos una vivencia,
relato en piel y labios, los autores
del verbo consumado a poquitos
por los segundos enamorados.
Inagotables, lentamente se descubren
en un ritmo de amor inacabable
para dejar nuevas semillas
en los futuros surcos de palabras.
Y así nacerán nuevas hojas en el aire,
páginas inéditas para nosotros
que dejarán nuevos verbos consumados.