Volveremos al futuro
cada vez que nos amemos
y comamos el suave, fresco pan
destructor del abrazo imaginario
que funde a todos en el miedo
ofreciendo máscaras a diario.
Y nos amaremos más en el presente
cuando practiquemos los oráculos
cincelados en todos los trabajos
escritos en el aroma de la vida
creadora de besos de justicia
y en los desiertos ríos de alegría.
Volveremos, sí, volveremos al futuro
porque mayor es la esperanza que los miedos,
esa esperanza que se entrega
sin máscaras amando pútridos denarios.
¡Amémonos, pues, para que el futuro
escriba hoy besos de justicia, cocinando
los panes que traen alegría
y rompen máscaras a diario!