Partí un día hacia el desierto
anhelando del silencio su voz,
persiguiendo una imposible quimera,
buscando el gen del amor.
Y no lo hallé… Solo había viento
y la sombra perenne del sol.
Y tras el andar ligero del tiempo
un arroyo imposible surgió.
Encontré lo que no buscaba,
lo que no buscaba me halló.
E hizo nacer en mí una vida
que devino en poema y en flor,
transformando el sol en poesía
y a las dunas en suave canción.
Y aún hoy su luz me acompaña
porque aún en mí palpita… tu amor.
Gran poema, Minor.
Enhorabuena.
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Gracias compañero. Agradezco el tiempo para leer y comentar. Saludos.
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Fantástico. Enhorabuena un poema precioso, con un gran sentimiento y una rima sensacional.
Un abrazo.
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Gracias, bellas palabras. Igual agradezco el tiempo que invertiste. Saludos.
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