Viajé a un libro.
Conocí sus paisajes,
dialogué con sus personajes.
Y ellos hablaron conmigo,
de su mundo, sus vivencias
y su autor. Compartimos
íntimas vivencias, sueños
y dudas existenciales.
Impregnaron mis palabras
con sus frases e ideas,
y me regalaron
un pedazo de su autor.
Emotiva fue la despedida.
Sin garantía de reencuentro.
Aunque sé con claridad
que el libro nada por mis venas,
palpita en mis palabras
y arde en mis pensamientos,
abriendo nuevos caminos
y llevándome a viajar
hacia otros libros
que serán parte de mí.
Me ha gustado mucho tu blog
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Muchas gracias Juan. Aprecio el tiempo de lectura que invertiste…
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