Sin poemas y sin versos,
caminó la angustia entre los pinos
para huir del abrazo del retorno.
Se fue con dudas, mas nunca vino
a recoger los pedazos misteriosos
de la noche interminable,
para cerrar el invisible ciclo
de una noche fenecida en el camino.
Sólo así nació el verso lastimero,
nostálgico, de verbo certero,
que dejó poemas en las hojas
y en las flores de los árboles.
Se fue, sin nunca haber venido…
fue una luna que en amor nunca devino.
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