Mañana, después que Esquilo escuche
y escriba sus últimas palabras,
nos cantará un trágico silencio
y un eclipse tocará las aguas;
anunciando las cadenas rotas
de ese Prometeo que proclama,
con fuego y pasiones de silencio,
la lluvia aplacadora de su alma.
No habrá más llanto, ni secas lágrimas.
Sólo ríos, cantos de un mañana
nunca visto por los dioses griegos,
dueños de un decreto sin palabras…
sólo ríos y rapsodias nuevas
para amarse quietos en las llamas,
hogueras del cielo que caminan
para así iniciar, apasionadas,
nuevas Ilíadas y Odiseas
en los ojos profundos que se aman.
Imagen tomada de Pexels
El amor es en sí ya una epopeya,
en la que se libran batallas cada día
y las treguas se consiguen con caricias…
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Es verdad que a veces es un poema épico esa conversación en las miradas de dos personas que se aman. Me ha encantado tu metáfora. Saludos.
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Gracias. A veces es posible hallar esa épica en la vida diaria. O al menos inventarla para estos días duros…
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«dueños de un decreto sin palabras» 🙂
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O sea… Vacío…. Saludos.
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Sí sí, lo señalé porque me gustó
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Lo sé compañero. Muy agradecido por tu tiempo.
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