Música y silencio,
fusión de opuestos auditivos.
No importa el clima,
ni del día su hora.
Vuelan los pensamientos
sobre los acordes de la quietud.
Países, épocas, palabras,
viajan en cuestión de segundos
inundando al aire de paradojas
y al corazón de poemas.
Te amo en esos espacios
solitarios e infinitos,
años antes de conocerte
y años después de este presente;
mientras la música
trasciendía los calendarios
al unirse con el silencio…
cuando escuchaba la radio,
y en sus ondas invisibles
el pasado y el presente se unieron
en una paradoja tiempo-espacio
que creó nuestro atemporal presente
donde el amor vuela sobre ondas
imperceptibles y auditivas.
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